miércoles, 7 de noviembre de 2012

Pensándote...

Me pregunto si pensará en mí, porque yo la recuerdo a cada momento. 
Al preguntarme si me recuerda se sitúa más fuerte aún en mi memoria.
La indecisión me invade de manera constante. No encuentro la manera de actuar.
Existen momentos en que creo conveniente decirlo, pero luego me arrepiento.
Resulta que siento temor, miedo a perderla cuando siquiera ella es mía.
Me desvelo. Su imagen no deja de perseguirme. La pienso. La imagino conmigo. 
El tiempo, el espacio, me paralizan, se detienen y me alejan.
Se acerca, camina a mi lado, me acaricia, me besa, cada sensación que provoca dura lo que duran mis suspiros por tenerla.
Porque cada instante a su lado es poco, porque abro los ojos y otra vez estoy allí, pensando en ella.

Lu* Galeano.-


jueves, 20 de septiembre de 2012

Instrucciones para detenerme en vos...


Para detener el tiempo en un instante resulta preciso concentrarse en un recuerdo en particular. Definitivamente el repaso de los segundos transcurridos en ese momento debe ser casi constante, de manera que los detalles no se dispersen.
Si se insiste en cerrar los ojos, la memoria juega un poco más a nuestro favor, pero es un tanto complicado transitar la vida sin mirar por dónde se va.
Los aromas suelen ser disparadores casi indescriptibles, solo pueden volver si algo muy particular los despierta una vez más. Así, se pueden sentir tan frescos como la primera vez.
Y si acaso intentamos rememorar cada sonido, perpetuar cada palabra dicha, el tono dulce, el dejo suave de la voz, convendría entonces repasar cada expresión .
El soñar trascendería las barreras de las sensaciones, porque es allí donde nos es permitido ser libres, donde somos en nuestra máxima expresión, sin censuras, sin tiempo, sin lugar. Allí todo podría volver a suceder, una vez más, mil veces más.
Pero para poder detenerme en un instante, para oír cada palabra, para sentir cada caricia, para no olvidar tus besos, tu piel, para soñarte en mi mundo, creo sería imprescindible volver a vos.

Lu* Galeano.-


lunes, 10 de septiembre de 2012

Páginas en blanco...

Estas son las páginas en blanco que aguardan, esperan encontrarse con un puñado de letras que transformado en palabras transmita sentimientos, emociones, sensaciones. Y es que siempre resulta gratificante descansar en el papel, uno se siente más liviano.
Tantas ideas que vienen y van en un cuartito de dos por dos, que se golpean contra las paredes, revotan, vuelven, se caen, se apuntalan. Y sin embargo al volcarlas en una hoja de papel, con cada trazo, se van alineando, forman fila para hacer del plan de evacuación un éxito. Pretendiendo salir a tiempo antes, claro, de que se genere el incendio.

Lu* Galeano.-

lunes, 3 de septiembre de 2012

De recuerdos...


Podré vivir de tu recuerdo?
El mismo que cada noche me desvela.
Aquel que me encuentra entre sueños.
Ese  que me permite tenerte a cada instante con solo pensarte.
Podré vivir sin tu recuerdo?
Porque recordarte me devuelve cada beso.
Pensar en vos me remite al aroma de tu piel.
Tu recuerdo me sonríe, me acaricia, me abraza.

Lu * Galeano.-


lunes, 11 de junio de 2012

Marchita...

Aquella persona por la cual su corazón volvió a latir, es la misma que luego le marchitó el alma. Empapado de injusticia y egoísmo, se escudó tras la distancia y se marchó. Se fue y la dejó sin palabras, le arrebató cada letra, soltándole puñados de lágrimas.
Ella no hacía más que recordarlo en cada caricia, en cada abrazo, en cada despertar. Buscaba un porqué, al menos uno que le permitiera comprender, pero solo veía una valija repleta de incertidumbre.
Se esforzó para borrarlo de su memoria, se obligó a apagar cada recuerdo que se encendía constantemente a cada segundo. Y es que había sido feliz, por un momento lo fue. Pero no fue más que eso, un instante y un final.
Continuó, se paró, con firmeza volvió a encontrar su camino. Lo olvidó, aunque por momentos esa pregunta volvía a su mente, pero de un sacudón la borraba de su cabeza.
No creyó que volvería a saber de él, hasta que lo leyó, esas palabras que alguna vez le dijo volvieron a aparecer, pero ya no despertaron su corazón. La decepción a flor de piel, esa imagen viéndolo partir, le recordaron el segundo exacto en que su alma se marchitaba otra vez.
Lu* Galeano.-

jueves, 7 de junio de 2012

Tu mente en ella...

Te sentás como paralizado porque tu cuerpo está ahí, pero tu mente piensa en ella.
Salís a caminar entre tanta gente, caminás, pero pensás en ella.
Cruzás solitario la calle hasta sin mirar, porque tu cabeza, tus pensamientos le pertenecen.
Viajás, apoyás tu cabeza contra la ventana, parece que mirás un punto fijo, como si intentaras encontrar algo, pero la buscas solo a ella.
Sonreís, de repente sonreís y sabés porque, es porque la recordás, a cada instante te acordás de ella.
Tu mirada se pierde, tus ojos brillan, sos vos en tu máximo esplendor, y es que ella te da vida, sin quererlo te deja ser ese que sos.
Si supieras que ahí en donde la imaginás, ella también está.
Está porque te piensa, porque te mira, te sonríe, te imagina, te siente… en cada momento.

Lu* Galeano.-

martes, 5 de junio de 2012

Sonríeme...


Sonríeme. Que la vida se detiene en ese instante si lo haces.
Sonríeme. No me prives de esa maravilla que tan amablemente dibuja tu rostro.
Si me sonríes, todos mis sentidos comienzan a bailar alegremente en mi interior.
Porque tu sonrisa, si ese milagro cierra un perfecto acuerdo con tu mirada, no me atrevería a pedir más.
Sonríeme. Que si me sonríes, lo tengo todo.

Lu* Galeano.


domingo, 20 de mayo de 2012

Amor se llama...

El momento preciso en que una mano acaricia un rostro.
El instante en que algunos dedos se enredan en cierto cabello.
La precisión con que los cuerpos se tropiezan, se sienten, se fusionan.
Sonrisas que surgen de un pacto de complacencia entre dos.
Magia que solo encuentran las miradas, allí donde todo resulta dicho.

Lu* Galeano.-

lunes, 9 de abril de 2012

Un mágico antifaz...

Se compró un antifaz. Decía que era de esos que al usarlos, podía cambiar la percepción del mundo. Podía modificar la manera de ver, pero no de manera superficial, realmente hacía que todo se viera y se sintiera diferente.
Con orgullo, cada mañana al despertar, colocaba el antifaz ante sus ojos y salía a enfrentar la vida que le había tocado en suerte. Tranquilo, porque aquel maravilloso objeto le daba a cada circunstancia un color particular.
Aquella fue una tarde como cualquier otra, llena de alegría, paz y tranquilidad. Solo un pequeño detalle podría haber modificado la cotidianeidad del asunto. Era un sentimiento nuevo, algo indescriptible para él, para lo que, con solo palabras no alcanzaba. Alguien le sugirió que a ese sentimiento solían nombrarlo de un modo parecido a una palabra que si mal ese alguien no recordaba, era amor.
Amor, se decía, era un algo que te mantenía todo el día con una sonrisa. Que modificaba el modo en que se amanecía y al mismo tiempo el que te permitía conciliar el sueño. También podía transformar tu cara en la misma que tenía un perfecto idiota, pero con la salvedad de que ese rostro podía generar sonrisas en aquellos que lo veían. Era como contagioso, una enfermedad duradera, pero algo que el común de la gente quería padecer.
Así que eso era. Perfecto, se dijo, entonces continuaré del mismo modo que hasta ahora. Sin embargo, todo había cambiado. A eso, sumado que su antifaz exacerbaba a una máxima potencia de felicidad cada sensación agradable, y tenía el plus de poder convertir todo lo malo en algo bueno. Tan sencillo como eso.
Saltando, bailando, corriendo, cantando, sonriendo, iba por la vida. Sin importar lo que ocurría a su alrededor. Tanto era así, que una noche se topó con una hermosa muchachita que le advirtió que tenía que tener más cuidado al salir a la calle, ya que era muy peligrosa y cosas horribles sucedían a menudo. Pero él contestó muy amablemente que no tenía por qué preocuparse, él tenía un antifaz, y con eso bastaba. La muchachita entonces, se acercó aún más, acarició su mejilla y entre tanta confusión, le arrebató el antifaz y huyó.
Fue así, que una catarata sin fin de sensaciones comenzó a invadirlo, cada una hacía que un dolor indeseado lo atravesara por completo sin piedad. Pero lo más terrible surgió en el preciso instante en que aquello a lo que llamaban amor, le mostró su otra cara. Ese sentimiento que su antifaz hacía parecer lo más maravilloso del mundo se había contaminado, estaba colmado de palabras sin sentido, de preocupaciones innecesarias, de supuestos y hasta de distancia.
No lo soportó, notaba como poco a poco iba marchitándose. Pensaba en su antifaz, pensaba en la muchachita que lo engañó, y comenzó a caminar sin rumbo. A la vuelta de la esquina la vio, la encontró sentada bajo un árbol, sostenía el antifaz con su mano izquierda mientras millones de lágrimas recorrían su rostro. Lo miró fijo y le dijo que no podía soportar tantas sensaciones maravillosas porque ya conocía y llevaba en su memoria los más humillantes y dolorosos sentimientos. Una vez más acarició su mejilla, le colocó el antifaz y le susurró al oído: -Adelante, usalo, ya sabes que el amor tiene dos caras, pudiste conocerlas, pero aún así estás a tiempo. Todavía podés dejarte engañar.


Lu* Galeano.-

miércoles, 4 de abril de 2012

Para no recordarte...

Para no recordarte, me esforzaré a cada instante por no sentirte.
Para no recordarte, intentaré olvidar cada beso y cada caricia.
Para hacerlo tendré que olvidar tu mirada y borrar tus sonrisas.
Para no recordarte, dejaré de sentir tu pelo enredándose entre mis dedos.
Me esforzaré por olvidar el perfume de tu piel y obligaré a mi corazón a que deje de latir por vos. Para no recordarte, tendré que detener el tiempo en el instante en que mi alma supo que debía volver a encontrarte.
Para lograrlo, derramaré una a una cada lágrima que llevará tu nombre.

Lu* Galeano.-



miércoles, 28 de marzo de 2012

¿Quién apagó la luz?

¿Qué pasa? ¿Por qué todo está tan oscuro? ¿Quién fue? ¿Quién apagó la luz? No veo. No veo nada. Yo venía caminando, el camino era hermoso. Lo recuerdo rodeado de arboles inmensos, el cielo celeste, un celeste que jamás había visto, lo recuerdo y se me eriza la piel. Había también un sol, un sol que iluminaba, una luz que marcaba el recorrido. Y se escuchaban risas, podía percibir alegría, podía sentir amor. Yo caminaba por allí de la mano de la felicidad. Todo lo que intentaba anteponerse se desvanecía en el instante que me miraba a los ojos.
Pero se apagó. La luz se apagó. El cielo, ya no lo veo. Las risas no se escuchan. Todo se detuvo. Y no puedo seguir. Ya no veo por donde camino. Tengo miedo. Tengo miedo de tropezar y caer. Ya no veo. No puedo darme cuenta en dónde se esconde cada obstáculo. ¿Y si me choco con alguno de ellos? No quiero lastimarme. Ya nadie puede verme a los ojos, porque está oscuro, porque no se ve, porque alguien apagó la luz. ¿Quién fue? ¿Quién apagó la luz? Fui yo…



Lu* Galeano.-


viernes, 16 de marzo de 2012

Algo que contar...

Siempre quiso tener historia. Deseaba que algún suceso extraordinario le atravesara la vida.
No pretendía ser reconocida por su profesión, ni haber hecho una obra magnífica durante su estadía en el planeta, pero quería tener historia.
Deseaba poder sentir eso que le daba escalofríos cuando veía en una película que un amor imposible se concretaba, deseaba tener la misma sensación que tenía cuando abría un libro y descubría que en la última página, ese final predecible, estaba esperando allí para ser leído.
No quería que sus años transcurrieran sin nada que contar, sin dejar una marca. Deseaba tener historia, una historia inolvidable. Algo que decir cuando al final del camino le preguntaran si valió la pena. Si valió la pena el sufrimiento, el dolor con el que tuvo que enfrentarse; y algo por lo que pudiera responder que todo eso fue valioso porque a partir de ese instante alguien le habría otorgado la maravillosa oportunidad de tener eso que tanto anhelaba, una historia, su historia.

Lu* Galeano.-



martes, 6 de marzo de 2012

Media hora...

Faltaba media hora para que su despertador sonara, había dormido unas seis horas que le parecieron tan solo cinco minutos. La luz de su velador estaba encendida desde la noche anterior, como todas las noches, siempre le temió a la oscuridad y aunque muchos le sugerían que ya estaba grandecita para dormir con la luz prendida, nunca les siguió la corriente, solo ella sabía dónde se alojaba aquel temor y creía que nadie podría comprenderlo.
Mientras recorría con su mirada toda la habitación, pensaba en la rutina, pensaba en que aquel sería otro día igual a cualquier otro, sin sorpresas, sin alegrías, luchando contra sus miedos, fingiendo a cada minuto ser lo que algún día fue, aquella muchachita tierna y dulce que todos conocían.
A pesar de intentar quedarse en su cama por toda la eternidad se levantó, todavía le quedaba media hora para comenzar a desayunar, vestirse, maquillarse y estar lista para salir, así que decidió que sería preciso ensayar aquel acto que tenía que presentar y que había estado alojado en su cabeza hacía ya varios días. Se lavó la cara y se paró frente al espejo del baño, corrió el flequillo de sus ojos y con una postura firme empezó a esbozar las primeras muecas.
En principio se esforzó para que sus hombros se mantuvieran alineados el tiempo que durara la presentación, practicó de qué manera se mostrarían sus ojos y resolvió que una mirada que simulara seguridad sería perfecta, decidirse por uno de sus perfiles fue lo que más le costó, de modo que concluyó en que una actuación de frente sería casi ideal.
Sus dientes eran perfectos, el color y la forma de sus labios ayudaban a la causa, pero no debía exagerar, ya que sus sentimientos se dejaban ver a menudo muy frágiles, provocando lo que justamente intentaba evitar.
El tiempo se le acabó, comenzó a prepararse para salir, cuando estuvo lista abrazó a su perro esperando encontrar algún tipo de alivio para su alma, y después de un largo suspiro atravesó aquella puerta.
El viaje duró lo de todos los días, alrededor de cuarenta minutos. Bajó despabilándose porque aprovechaba ese tiempo para dormir, aunque su cabecita intentaba convencerla de que el tiempo era ideal para hacer alguna lectura, el traqueteo del transporte público era su canción de cuna predilecta.
Cruzó la avenida en dos etapas como acostumbraba, abrió la puerta del edificio, subió algunos escalones, caminó por el largo pasillo, se topó con la segunda puerta y allí estaba, lista para la actuación. Relajó todo su cuerpo, en especial los músculos de su cara y lo logró. La actuación fue perfecta, una sonrisa ideal.


Lu* Galeano.-


domingo, 26 de febrero de 2012

Cuento negro para infantes.

Había una vez un pueblo lejano en el que vivían dos hormiguitas muy, pero muy trabajadoras. Ellas estaban siempre sonrientes y felices de amanecer cada nuevo día para volver a sus labores.
Solían despertar bien temprano para buscar sus alimentos, y cuando el sol caía, las hormiguitas regresaban satisfechas a su humilde morada. Sus vidas transcurrían siempre del mismo modo, su rutina se repetía día tras día, semana tras semana, mes a mes.
Pero una tarde, todo cambio. Al regresar después de trabajar podían percibir que algo extraño estaba ocurriendo. Entraron a la casita, dispuestas a preparar una rica merienda, cuando todo comenzó a temblar, el suelo, las paredes, pedacitos de cielo raso caían sobre sus pequeñas cabecitas. Se asomaron sigilosamente por la ventana y allí lo vieron, un señor inmenso tomaba con su enorme mano su diminuta casita y de a poco empezaba a agitarla.
Desesperadas, las hormiguitas intentaron librarse de la crueldad del señor inmenso, pero todo intento por escapar fue en vano. El señor inmenso agitó, agitó y nunca dejó de agitar la casita.
Te preguntarás qué ocurrió con las pequeñas hormiguitas, si acaso escaparon de aquellas enormes garras. Lamentablemente no, ellas no pudieron librase del señor inmenso y partieron, dejaron así este cruel e injusto mundo.


Lu* Galeano.


jueves, 23 de febrero de 2012

Las últimas cosas

(En homenaje a Paul Auster en “El país de las últimas cosas”).

Sentía que estaba dentro de una película, como cuando el protagonista se encuentra en la calle principal de la ciudad más poblada, ve pasar a su alrededor a cientos y cientos de personas a una velocidad inexplicable, pero sin embargo el tiempo se detiene, solo para él.
No hacía más que pensar en esa nota, escrita en un papel sucio y arrugado, se notaba que lo habían partido a la mitad a mano y escrito con lápiz, aparentemente de punta filosa, por lo que revelaba el trazo. Decía algo así como “estas son las últimas cosas, llegan algún día, terminan tan rápido como empezaron y no vuelven nunca más”.
Su pensamiento no podía llegar más lejos, sabía que la discusión no había sido como las anteriores, pero no comprendía porqué esa sería la última. Creía que era cierto lo que decía la nota, todo en la vida empieza y termina, pero no coincidía en eso de que fuera tan rápido, y además muchas veces se podía volver a comenzar.
Decidido a seguir con su camino, sacudió su cabeza como si de esa manera todas sus ideas fueran a caer sobre la vereda, y caminó hasta la parada del blanquito. Desafortunadamente sus pensamientos se burlaron de él, porque así como cayeron en un instante, volvieron a subir a su mente en el mismo momento en que llegaba el colectivo.
Media hora de viaje y una decisión irrevocable, llegaría al Correo Central, los trámites quedarían para la semana entrante, y volvería a casa, le diría todo lo que alguna vez ocultó para que ella amaneciera con una sonrisa.
Le diría que le mintió cuando le dijo que le encantaba verla en pijamas, despeinada y con el maquillaje corrido del día anterior, su pelo y el pijama no le molestaban tanto, pero odiaba ver en la almohada restos de rimel. Tampoco le fascinaban esos fideos con tuco que ella decía eran su especialidad, la cebolla cortada demasiado grande y el exceso de pimienta lo irritaban completamente.
Otra media hora de viaje y tres cuadras más tarde, abrió la puerta del edificio, subió por las escaleras hasta el primer piso, llegó hasta la entrada que decía “B”, pero cuando iba a poner las llaves en la cerradura, la puerta se abrió y antes de que dijera alguna palabra, ella se adelantó y le dijo “te dejé una nota, pero el perro se subió a la mesa y se comió la mitad, viste cómo dejó marcadas las patitas en el mantel…”.
Dejó caer todo lo que tenía en su mano e inmóvil la escuchó decir una vez más, “de lo que hay que hacer estas son las últimas cosas, los pintores llegan algún día, terminan tan rápido como empezaron, y no vuelven nunca más".



Lu* Galeano.-

miércoles, 15 de febrero de 2012

Instrucciones para dar un beso... (En homenaje a Julio Cortázar)

Es imprescindible para realizar esta operación, contar con un espécimen de la raza humana, preferentemente agradable a la vista y con buen aliento, tarea difícil si las hay en estos tiempos que corren. Independientemente de su raza, sexo o religión, una vez hallado el modelo, se podrá dar inicio a la acción.
Para ser un tanto más agradable el momento, se recomienda un ambiente cálido, unas pocas velas encendidas, sobre todo si el espécimen no cumple con las expectativas deseadas, y un tema bien cursi de Montaner Ricardo sonando por lo bajo. Con dichas cuestiones resueltas, se deberán seguir los siguientes pasos.
Los sujetos tendrán que enfrentarse cara a cara y mirarse unos segundos a los ojos fingiendo quererse, luego los cuerpos deberán acercarse cada vez más hasta lograr que los labios se fusionen ruidosamente.
Si el modelo a utilizarse tiene similares características a un galán de telenovela, es probable que el beso sea interminable, si en cambio el espécimen no es en absoluto bien parecido, con unos segundos de interacción será suficiente.
La operación podrá repetirse cuantas veces se desee, y quedará a criterio de los ejecutantes el sumar a los pasos algún que otro abrazo y, por qué no, una caricia.


Lu* Galeano.


Pensando en volver...

Simplemente con una busqueda en google, descubrí que aún mi blog, creado cuatro años atrás, sigue en pie. Un tanto olvidado, ya que fue creado a partir de la consigna de una materia, pero listo para volver a la vida.
No me pareció necesario editar ninguno de los escritos anteriores, aunque algunos solo son trabajos prácticos, forman parte de la historia de este espacio y fueron los que le dieron inicio.
Veamos que sucede a partir de esta reapertura...